Panerai sigue su exploración del mundo de los cronógrafos. Es lógico, porque hay que saber que el primer cronógrafo realizado por la marca data de 1943, año en el que el prototipo de la Mare Nostrum fue presentado a los patrones de la marina italiana.
Angelo Bonati, director ejecutivo de Officine Panerai, tiene mucho mérito. A la cabeza de la conocida firma italiana desde su “renacimiento” hace veinte años, ha desarrollado una política de producción ejemplar. De hecho, la firma tiene tales referencias deportivas y militares que no es cuestión de publicar. Así, Bonati nunca ha cedido a los cantos de sirena que le cantaban al oído que él podría –por supuesto al lado de la declinación tradicional de los modelos enormemente marcados con el ADN de la casa– crear una colección de relojes para mujer, pero relojes totalmente diferentes en su forma. Y tiene mucha razón, porque el hecho de alejarse de esta riqueza histórica sería mal recibido, por un lado, por los verdaderos amantes de Panerai que siguen la firma con pasión, pero, también, por las numerosas mujeres que adoran llevar en sus muñecas relojes de la firma florentina. Mientras, el director ejecutivo de Officine Panerai sigue su camino sin desviarse. Y contrariamente a lo que algunos podrían pensar, los amantes de la firma no se cansan y continúan seducidos por ella.
Con este razonamiento, este año, Panerai sigue su exploración del mundo de los cronógrafos. Es lógico, porque hay que saber que el primer cronógrafo realizado por la marca data de 1943, año en el que el prototipo de la Mare Nostrum fue presentado a los patrones de la marina italiana. Esta amplia experiencia la encontramos hoy en la extensa colección de cronógrafos Panerai. Su diseño está inspirado en los modelos creados en los años 30 y 40, perfeccionados por la técnica y elaborados en los talleres de Neuchâtel con una variedad de calibres que permiten a sus seguidores elegir las funciones más adaptadas para parar el tiempo de una manera u otra.
Así, Officine Panerai presenta un nuevo cronógrafo que combina diseño, tecnología e historia, el Radiomir 1940 Chronograph, que se ofrece en tres versiones con diferentes metales preciosos: platino, oro rojo y oro blanco. En los nuevos cronógrafos, la caja Radiomir 1940 de 45 mm de diámetro presenta las líneas sencillas desarrolladas por Panerai en los años 40; una época en la que la caja clásica con forma coussin con las asas de alambres amovibles del primer Radiomir comenzaba a tener las proporciones más macizas de la caja Luminor que data del año 1950. Cada detalle de la caja de 1940 tiene un acabado pulido, incluidos los dos botones de presión de las funciones del cronógrafo, la corona cilíndrica y el bisel. Este se enmarca en un cristal de Plexiglas, material parecido al utilizado en los modelos originales creados por la casa para la marina real italiana, que tenían un cristal de polimetacrilato de metilo. La esfera del nuevo Radiomir 1940 Chronograph hace gala de un nuevo diseño original inspirado en la historia de la firma, pero también en la función del reloj, con sutiles diferencias según el metal de la caja.
En la versión de oro rojo, la esfera es marrón y combina índices horarios gráficos y números romanos y arábigos, poniéndose así el nombre de California adoptado por el Radiomir de 1936. La versión de platino tiene una esfera de marfil con índices horarios sencillos gruesos o redondeados, que se encuentran también en la esfera negra de la versión de oro blanco. Esta última versión tiene una esfera de estructura de sándwich formada por dos placas superpuestas que conforman la esencia luminiscente, visible a través de las aberturas recortadas del índice horario. Las tres versiones tienen una escala taquimétrica para calcular una velocidad media y dos contadores del cronógrafo.
El nuevo Radiomir 1940 Chronograph funciona con un calibre OP XXV, de carga manual, desarrollado sobre la base de Minerva 13-22. Los talleres suizos Minerva tienen lazos históricos con Panerai desde los años 20, cuando eran proveedores del relojero florentino. La construcción del calibre está extremadamente perfeccionada, con detalles de calidad como la rueda de pilares, el regulador de cuello de cisne, los componentes individuales pulidos y achaflanados y el acabado Côtes de Genève de los puentes. La calidad del trabajo se puede apreciar en el fondo de cristal de zafiro que permite admirar el movimiento. Esta pieza ha sido desarrollada en una única edición limitada de 100 ejemplares para cada una de las versiones de oro y de 50 ejemplares para la versión de platino. Se venden con correa de aligátor y son herméticos hasta una profundidad de 50 metros.
Leído en: relojesyestilograficas.es
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