BREGUET, EL GRAN MECENAS DEL LOUVRE

Este patrocinio excepcional de varios millones de euros, que empezó en 2009 por iniciativa de Nicolas G. Hayek, finaliza este año 2014 bajo la atenta mirada de su nieto, Marc A. Hayek. Las obras del Gran Louvre, que comenzaron a principios de los 80, tenían como última etapa la renovación de las salas que albergan todas las colecciones de objetos de arte del siglo XVIII. Después de
haber estado cerrados al público durante casi diez años, estos espacios hoy restaurados y con una superficie aproximada de 2 500 m2 ofrecen ahora una configuración, así como una presentación museográfica y educativa completamente revisadas. Esta redistribución de las colecciones permite integrar las obras en una arquitectura palaciega única que combina visibilidad y claridad. Así se hace justicia con el esplendor de creaciones llenas de historia, símbolos del rico patrimonio cultural de Europa.
Mediante este patrocinio, Breguet no sólo continúa sus esfuerzos para apoyar la cultura europea, sino que refuerza también sus lazos con el Museo del Louvre. Ya en 1802, Abraham-Louis Breguet tuvo el honor de presentar sus obras maestras en el Louvre, en el marco de la segunda Exposición de los productos de la industria. Algunos años más tarde, Vivant Denon, el primer “jefe” del Louvre y lejano predecesor de Jean-Luc Martinez, adquirió un reloj Breguet con repetidor y un péndulo de cerámica de bizcocho, comprados en 1810 y 1811, respectivamente. Entre la colección de objetos de arte del Louvre pertenecientes al siglo XVIII, se encuentra también un gran conjunto de relojes que contiene hermosas creaciones de Breguet, legadas en parte por la viuda del industrial lionés Claudius Côte en 1961. Pero la fuerte conexión entre las dos entidades se debe sobre todo a la exposición de 2009, organizada por iniciativa de Henri
Loyrette —el entonces presidente ejecutivo del Louvre— bajo el título de “Breguet en el Louvre. Un apogeo de la relojería europea”.
Hoy, la Casa Breguet se enorgullece de aliarse una vez más con el Louvre, con motivo de la reapertura de las salas de objetos de arte del siglo XVIII, contribuyendo así al esplendor mundial de sus fabulosas colecciones.