Seleccionar página

Un paso importante con la promesa de Breitling de “restaurar el prestigio de un nombre sagrado”, para una marca histórica como Universal Genève, que cuenta con más de un siglo de existencia marcando hitos en la relojería suiza

A pesar de que ya casi no existen o son un recuerdo del pasado, algunas marcas siguen viviendo dentro de la comunidad de coleccionistas, beneficiándose de un cierto aura. Una de estas marcas es Universal Genève, una destacada e innovadora manufactura en su tiempo, con diseños, como el Polerouter o el Tri-Compax, o movimientos con microrrotor, muy avanzados en su día. Universal Genève es una de esas firmas que, más anclada en el tradicionalismo propio del mejor arte relojero y los movimientos mecánicos, fue mayormente afectada por la crisis del cuarzo, en los años 70 y principios de los 80, pasando a ser una marca diluida, que siguió produciendo relojes como filial de una empresa de inversión con sede en Hong Kong. Con este movimiento por parte de Breitling, la legendaria firma vuelve a manos suizas tras el anuncio conjunto de la adquisición con su principal accionista, Partners Group. Según palabras de la marca del logo alado, esta medida “promete restaurar el prestigio de un nombre sagrado en el mundo de los relojes de lujo”. Sin duda los amantes de la relojería tradicional mecánica esperamos que así sea.

Fundada en 1894, Universal Genève creció hasta convertirse en uno de los principales relojeros suizos, ofreciendo a los entusiastas de los relojes modelos como el Tri-Compax, el Aero-Compax, una gran cantidad de versiones del Polerouter, un icónico reloj cuya concepción y diseño fueron pioneros en una nueva generación de relojes, una pieza preparada para ser capaz de resistir las particulares condiciones de las regiones polares, sus bajas temperaturas y campos magnéticos, y también cronógrafos de carreras como el Compax “Nina Rindt” o el Space Compax original, de los más recordados por los entusiastas, deportivo y sofisticado, un auténtico clásico de culto del diseño de los años 60 y uno de los relojes antiguos más buscados por los coleccionistas. Prolífica y pionera, la firma se vio profundamente afectada por la mencionada crisis del cuarzo, sin llegar a desaparecer pero sin ser ya ni la sombra de lo que era.

Tras la época de los 70, la imagen y trayectoria de Universal Genève ha estado fundamentalmente sustentada por la fuerte comunidad de coleccionistas, época en la que ha estado en manos del Grupo Stelux, con sede en Hong Kong, también propietario de Cyma, también suiza y destacada distribuidora de Seiko y Grand Seiko en Asia, lo que ha mantenido en lo posible el nombre y el legado.

El importe de la adquisición de Universal Genève a Stelux por parte de Breitling no ha sido revelado (se rumorea que ronda los 70 millones de dólares), un movimiento propiciado probablemenete por el enorme potencial de su nombre y las posibles sinergias futuras entre ambas marcas, que en la actualidad funcionan excepcionalmente en muchos casos, teniendo en cuenta que el campo de los cronógrafos deportivos es algo que ambas marcas comparten. Según palabras de Georges Kern, CEO de Breitling, el reinicio y la reconstrucción de una marca como ésta no va a ser fácil ni rápido, sino que requerirá del amor por la relojería y el trabajo meticuloso necesario que se desarrollará en los próximos años, con un equipo específico que se incorporará para permitir que Breitling y Universal Genève operen como casas independientes.

Alentador y esperanzador, el futuro de esta histórica firma invita a soñar, con un gran margen de mejora en la renovación de la colección y docenas de modelos y nombres históricos que merecen ser revividos. Se cuenta con las bases y la imagen para ello, a partir de ahí, veremos lo que ocurre.