Jaeger-LeCoultre, protagonista de la historia de la relojería desde el siglo XIX, celebra 180 años de incesante desarrollo en el mismo taller que creó su fundador. Jaeger-LeCoultre conmemorará este aniversario con la creación de guardatiempos excepcionales, exposiciones y eventos exclusivos alrededor del mundo.
La aventura empieza en 1833 cuando el relojero autodidacta Antoine LeCoultre se establece de forma independiente tras inventar una máquina para tallar piñones de relojería. Después de crear una decena de inventos, registra cientos de patentes que hacen resplandecer con una fuerza inaudita a la relojería suiza. El pequeño taller crece tan rápido que muy pronto se le empieza a llamar La Grande Maison del Valle de Joux. En 1888 la Manufactura emplea cerca de 500 relojeros, técnicos y artistas.
En 180 años, Jaeger-LeCoultre ha creado y fabricado en sus talleres más de 1200 calibres distintos y ha registrado más de 400 patentes. La Grande Maison cuenta en su activo con primicias mundiales, superlativos y relojes legendarios como el Reverso, el Duoplan, el Memovox, el Polaris, los Gyrotourbillon I y 2, la línea Duomètre y el péndulo perpetuo Atmos. Hoy, más de 1000 personas trabajan en el seno de la Manufactura y dominan todas las especialidades relojeras de la marca con mayor inventiva en el mundo de la relojería.
Origen del pueblo de Le Sentier, cuna de Jaeger-LeCoultre
Nada parecía presagiar que el Valle del Joux se convertiría en la capital mundial de las grandes complicaciones relojeras. Encaramado a 1000 metros de altura, lejos de cualquier itinerario comercial, abierto al mundo únicamente por unos pasos de montaña frecuentemente cerrados durante interminables inviernos, el Valle del Joux vive bajo los caprichos de un clima considerado como uno de los más inhóspitos del arco del Jura. Estas condiciones extremas influyeron en el destino de la región. En cierta forma, estimularon la inventiva de las mujeres y de los hombres que se instalaron allí. Les impusieron la polivalencia, el tesón, la paciencia y el espíritu empresarial. Les enseñaron a inventar para sobrevivir.
Las raíces de Jaeger-LeCoultre están profundamente arraigadas a la historia del Valle del Joux. Desde el siglo XVI, la familia LeCoultre actúa como pionera. Como refugiado hugonote fugado de las persecuciones religiosas en Francia, el instruido Pierre LeCoultre (hacia 1530 – 1600) obtiene el codiciado estatus de “habitante” de la ciudad de Ginebra en 1558. Animado por su gusto por la aventura y los retos, al año siguiente deja la ciudad de Calvino y adquiere su primer terreno en el Valle del Joux: una parcela cubierta de bosques, territorio de osos y lobos. El contrato que firma en esta ocasión va a ser determinante para la historia de la región. Pierre LeCoultre se dedica a desbrozar el bosque, a construir casas, cultivar cereales y criar animales.
Pese a los numerosos obstáculos y peripecias, la pequeña comunidad echa raíces y se fortalece. El hijo de Pierre LeCoultre la emancipa definitivamente al erigir un templo en 1612, con lo que marca el nacimiento del pueblo de Le Sentier.
Antoine LeCoultre, inventor de gran talento y fundador de Jaeger LeCoultre
Décima generación desde el primer LeCoultre del Valle de Joux, el fundador de la Manufactura Jaeger-LeCoultre se distingue desde temprana edad por su carácter industrioso y visionario. En la pequeña forja familiar, en Le Sentier, Antoine LeCoultre (1803-1881) se inicia en los misterios de la metalurgia. Con su padre inventa nuevas aleaciones, perfecciona las láminas de vibración de las cajas de música y establece las bases de la industria de las cuchillas de afeitar. Su sed de progreso y su voluntad de confrontar los conocimientos empíricos contra el saber científico lo llevan muy pronto a incursionar en la más noble de las artes mecánicas: la relojería.
En 1833, tras inventar una máquina para tallar piñones de relojería, Antoine LeCoultre funda en el Valle de Joux su primer taller, el que en unos años se convertirá en la Manufactura Jaeger- LeCoultre. Uno a uno, adquiere los principales “savoir-faires” relojeros necesarios para la fabricación de un movimiento relojero completo, acercándose poco a poco a lo que denomina su “plan primitivo”. Inventa numerosas máquinas que se acercan a pasos agigantados al campo de la precisión. Crea el Micrómetro (1844), primer instrumento de la historia de la técnica capaz de medir una micra. En 1847, su “remontaje de báscula” es el primer sistema seguro para darle cuerda al reloj y ponerlo en hora sin emplear una llave.
Del pequeño taller a la Grande Maison En 1866, el pequeño taller se convierte en la primera Manufactura del Valle del Joux. En una época en que los conocimientos relojeros estaban dispersos en varios cientos de pequeñas estructuras de producción a domicilio, Antoine LeCoultre y su hijo Elie (1842-1917) actúan como pioneros. Reunidos bajo un mismo techo, por primera vez hombres y mujeres pueden compartir sus secretos de fabricación y enriquecer sus conocimientos respectivos. En una palabra: conjugar sus talentos. Desarrollan en particular los primeros procesos parcialmente mecanizados de fabricación de los movimientos complicados.
En 1988, la Manufactura LeCoultre ya emplea cerca de 500 personas. En aquella época ya se le conoce como La Grande Maison del Valle de Joux. La creatividad de los movimientos es sencillamente prodigiosa. ¡Entre 1860 y 1900 la Manufactura crea más de 350 calibres distintos! La mitad incorpora complicaciones: 99 repeticiones diferentes, de las cuales hay 66 repeticiones de minutos y 128 cronógrafos, 33 calibres que reunían en un mismo guardatiempos el cronógrafo y la repetición. Y a partir de los años 1890 la Manufactura fabrica las primeras Grandes Complicaciones, es decir relojes con tres complicaciones relojeras mayores: calendario perpetuo, cronógrafo y repetición de minutos.
Cuando LeCoultre se encuentra con Jaeger
En 1903, un rumor corre en el mundo de la relojería helvética: el relojero parisino de la Marina, Edmond Jaeger (1858-1922), reta a los relojeros suizos a fabricar los calibres ultraplanos de su propia invención. En ese momento, Jacques-David LeCoultre (1875-1948), nieto del fundador de la Manufactura, era el encargado de producción de LeCoultre y Compañía. Él acepta el reto. De su colaboración y de la amistad que surge entre estos dos hombres nace una de las
colecciones más extraordinarias de relojes ultraplanos, entre las que se encuentra el reloj más plano del mundo, equipado con el Calibre LeCoultre 145 (1,38 mm de grosor). Continúan con obras pioneras en el campo de los relojes de pulsera, y finalmente: la marca Jaeger-LeCoultre.
Hoy en día olvidamos que al principio el reloj de pulsera suscita numerosas reticencias. A principios del siglo XX, los hombres los rechazaban, alegando que eran un accesorio exclusivamente femenino. Muchos relojeros se echaron para atrás ante las obligaciones que imponía: miniaturización extrema, resistencia a los golpes, hermeticidad… Tantos retos que LeCoultre y Jaeger enfrentaron para darle a este nuevo tipo de guardatiempos sus verdaderos títulos de nobleza. Se solicitó la colaboración de los mejores relojeros para crear calibres mecánicos de una pequeñez extraordinaria. Llevándose a cabo simultáneamente, las investigaciones estéticas y técnicas dieron como resultado la creación de calibres ultraplanos y complicados destinados a adoptar la forma de las minúsculas cajas, concebidas con la mayor elegancia.
Los primeros íconos
Impregnados con los valores del Art Deco, los años comprendidos entre 1920 y 1930 son testigo del nacimiento de los primeros íconos de Jaeger-LeCoultre. En un puñado de años nacen sucesivamente: el reloj Duoplan (1925) que da origen a los actuales Joaillerie 101; el péndulo perpetuo Atmos (1928) y finalmente el famosísimo reloj Reverso (1931). Estas creaciones no sólo marcan la historia de la relojería, sino que también han atravesado muchas décadas hasta nuestros días, colocándose en el nivel de los grandes clásicos de la Alta Relojería de prestigio. Sus geniales conceptos han avivado el espíritu inventor de los relojeros de la Manufactura, quienes no han desperdiciado la oportunidad de reinterpretarlos, perfeccionarlos y renovarlos para mantenerlos siempre vivos.
Nacida en 1925, la primera de estas creaciones legendarias lleva el nombre de Duoplan, debido a la estructura de su movimiento. En aquella época, la moda dictaba el uso de relojes de pulsera muy pequeños. Sin embargo, la miniaturización extrema daba como resultado una cierta pérdida de fiabilidad. El Duoplan ofreció una solución tan simple como ingeniosa para reconciliar la excelencia técnica con la elegancia. Su movimiento se construye en dos pisos, o dos planos, lo que permite conservar un volante de gran tamaño y de óptima precisión. Y para no hacer las cosas a medias… el Duoplan era uno de los primeros relojes de acero engastados. Asegurado por la empresa Lloyd’s de Londres, éste gozaba de un servicio post-venta único. El movimiento dañado se remplazaba en pocos minutos. A tal punto que el concesionario londinense Tyme anunciaba en su vitrina: “no tendrá tiempo para terminar de fumarse un cigarrillo durante la reparación de su reloj”.
En 1929, el calibre más pequeño de la familia de los Duoplan, el Calibre 101, pulveriza el récord del movimiento mecánico más pequeño del mundo. Para comprender la importancia de este acontecimiento hay que recordar que desde el nacimiento de la relojería en la Edad Media, los relojeros han multiplicado sus esfuerzos para inventar mecanismos cada vez más pequeños. Sin embargo, desde 1929, la búsqueda de la miniaturización parece haber llegado a su fin. Con 14 mm de largo, 4,8 mm de ancho y 3,4 mm de grosor, el Calibre 101 sigue conservando el título del movimiento mecánico más pequeño que jamás se haya elaborado en el mundo. Fabricado sin interrupción desde 1929. Las 74 piezas que lo componían inicialmente (hoy en día cuenta con 98), son ensambladas y elaboradas a mano, y pesan apenas 1 gramo.
Presentado en 1928 por el inventor de Neuchâtel Jean-Léon Reutter, el primer prototipo del péndulo Atmos es recibido con bombos y platillos. La prensa del mundo entero habla de este invento que acaricia el antiguo sueño del movimiento perpetuo. Se requiere todo el saber hacer de los relojeros de Jaeger-LeCoultre para pasar del estatus de prototipo al de péndulo de Alta Relojería. El Atmos obtiene su energía de los más ínfimos cambios de temperatura. Una fluctuación de un grado lo hace funcionar durante dos días. ¡Consume 60 millones de veces menos energía que una bombilla de 15 vatios! Regalo oficial de la Confederación Helvética desde hace más de medio siglo, el Atmos es el péndulo de grandes hombres y grandes damas. ¡Y como si fuese poco, en 2012 celebra sus ochentaicinco años de creación!
1931 es una fecha clave en la historia de Jaeger-LeCoultre puesto que marca el nacimiento del reloj Reverso. Con motivo de un viaje de negocios a la India, César de Trey, distribuidor de los guardatiempos Jaeger-LeCoultre, se encuentra con viejos amigos, unos oficiales británicos. Estos grandes aficionados al polo retan al suizo para crear un reloj capaz de soportar los golpes de su deporte favorito. De regreso a Suiza, de Trey le cuenta su proyecto a Jacques-David LeCoultre. De esta forma nace el Reverso cuyo nombre se inspira en el latín “me doy vuelta”. Un simple gesto permite hacer girar la caja sobre su base para proteger el cristal del reloj. El Reverso se puede personalizar a voluntad. Al unir la elegancia y el deporte, el Reverso se convierte en un gran clásico del Art Deco, un movimiento cultural que reúne todos los valores: refinamiento, artesanía, claridad estética y gusto por la diversión.
Un guardatiempos al servicio del hombre activo de los Gloriosos Treinta
Tras el cataclismo de la Segunda Guerra Mundial, el Occidente presenta durante tres décadas un desarrollo económico, demográfico y urbano sin precedentes, presididos por los valores de eficacia, resistencia y liberación del hombre a través de la técnica. Jaeger-LeCoultre contribuye a este movimiento creando relojes para el “hombre activo”: aquél que debe reconstruir y repensar el mundo. La inventiva está orientada hacia los campos de resistencia a los golpes y al magnetismo, hermeticidad, precisión cronométrica y funciones útiles tales como la alarma, calendario o cuerda automática.
En 1946, Jaeger-LeCoultre presenta su primer calibre automático: el Calibre Jaeger-LeCoultre 476. Desde esa fecha, la Manufactura no ha detenido su innovación en este campo: masas con topes, masas de rotor, masas de oro, cuerda unidireccional y después bidireccional, alta frecuencia, esferas de cerámica, etc.
Más que un reloj automático, el Memovox (literalmente “la voz de la memoria”) encarna el tiempo organizado y eficaz de los Gloriosos Años Treinta. Su timbre rima con los plazos de la vida cotidiana: despertador, citas, horarios de trenes o parquímetros. En 1956, la línea Memovox se enriquece con una primicia mundial, el Calibre Jaeger-LeCoultre 815, el que asocia la función de despertador con la carga automática. Tres años después, este calibre equipa el Memovox Deep Sea: el primer reloj de buceo automático con alarma. Rápidamente le sigue el Memovox Polaris que se convierte en el espíritu conquistador de los años 60, y que ha servido de importante fuente de inspiración para el diseño de las actuales líneas Compressor y AMVOX.
El 3 de agosto de 1958, el primer submarino nuclear americano llega al Polo Norte en un periplo que une al Océano Atlántico con el Pacífico por la vía más directa y rápida. Algunos meses después, Ginebra regala el Cronómetro Geophysic de Jaeger–LeCoultre a William R. Anderson, comandante del submarino, en homenaje a su descubrimiento técnico y humano.
De las funciones cotidianas a los refinamientos mecánicos exclusivos
Dotadas de funciones de uso cotidiano (despertador, cuerda automática, husos horarios…) las creaciones de los Gloriosos Treinta, tales como el Memovox, el Futurematic o el Geophysic han legado su filosofía a la línea actual Master Control. Creada en 1992, marca una etapa fundamental en la conquista de la precisión, ya que para merecer su título de “Master”, cada reloj terminado debe salir victorioso de una serie de seis severas pruebas efectuadas durante 1000 horas, más o menos seis semanas. Para crear esta nueva referencia, la Manufactura se ampara en su experiencia más que secular. Se apoya especialmente en los trabajos relativos a los calibres de alta frecuencia que fueron lanzados en 1970 y en los progresos de los sistemas de carga automática por rotor, lanzados en 1959. Expresión del clasicismo relojero absoluto, la línea Master Control se enriquece muy pronto con creaciones dotadas de complicaciones relojeras clásicas como el calendario perpetuo, el tourbillon y la repetición de minutos.
En 1991, el Reverso recibe sus primeras complicaciones. La saga de las series limitadas Reverso de oro rosa y después de platino puede comenzar: tourbillon, repetición de minutos, calendario perpetuo, cronógrafo retrógrado… En 1994, el Reverso Duoface propone por primera vez dos esferas que se dan la espalda, ofreciendo así dos husos horarios. En 1997 aparece la versión femenina, el Reverso Duetto para señora: por un lado indica la hora del día mientras por el otro, engastado, se visualizan las horas de la noche. En 2006, el Reverso grande complication à triptyque reúne en la legendaria caja reversible el tiempo civil, el tiempo sideral y el tiempo perpetuo sobre 3 rostros.
El siglo XXI, o la creatividad sin límite
Marcados por el signo de la invención, los primeros años del siglo XXI se cuentan entre los más fecundos de toda la historia de Jaeger-LeCoultre: ¡Desde el año 2000, la Manufactura ha creado más de 75 nuevos calibres! Entre los cuales se cuentan grandes complicaciones, tourbillons, repeticiones de minutos, cronógrafos, calendarios perpetuos, 15 días de reserva de marcha, el primer calibre que no necesita lubricante, etc. Al mismo tiempo, se registran más de 80 patentes para proteger los inventos tanto en el campo de los movimientos como en el de las cajas.
Con relojes ultracomplicados con creaciones de alta joyería, pasando por los Atmos complicados, los AMVOX, Master Compressor Diving, los Reverso Squadra, o los Duomètre, Jaeger-LeCoultre se impone como la referencia de la Gran Relojería de prestigio. El siglo XXI marca otra etapa importante en la historia de Jaeger-LeCoultre: la creación de los primeros relojes de pulsera con grandes complicaciones (por lo menos tres complicaciones importantes dentro de un reloj). En el 2004, los relojes de la Manufactura crean el Gyrotourbillon I. Este reloj superlativo está dotado con un tourbillon que gravita sobre dos ejes, un calendario perpetuo con dos indicadores retrógrados y una ecuación del tiempo activa. Para coronar este conjunto, también ofrece una autonomía de ocho días. El Calibre Jaeger-LeCoultre 177 cuenta con nada más y nada menos que 679 componentes. Nótese que los cerca de 100 componentes del tourbillon esférico sólo pesan un tercio de gramo.
El primer reloj de la historia de la relojería dotado de tres esferas animadas por un solo movimiento, el Reverso grande complication à triptyque, interpreta tres dimensiones temporales. Por el lado anverso, la hora civil se acompasa al ritmo de un tourbillon isómetro de elipse. Por el lado reverso ofrece una ecuación del tiempo y el calendario zodiacal. La tercera esfera está integrada en la base de la caja: un calendario perpetuo instantáneo se activa cada 24 horas, exactamente a media noche.
En el 2008, Jaeger-LeCoultre rinde homenaje al espíritu pionero de sus fundadores con cuatro series limitadas de oro rosa, cada una provista de complicaciones emblemáticas de la historia de la marca: repetición de minutos, calendario perpetuo, tourbillon y el calibre ultraplano. El Memovox Tribute to Polaris, la réplica de los Memovox Polaris de 1965 y 1968, recuerda las grandes horas de la historia de Jaeger-LeCoultre en el campo de los relojes de buceo. Una colección prodigiosa de Atmos abre nuevos horizontes para el célebre péndulo perpetuo que celebra sus 85 años. En cuanto al Reverso Gyrotourbillon 2, ofrece por primera vez al célebre reloj reversible un tourbillon esférico. Al juego de la vuelta de su caja, añade la sabia rotación del tourbillon sobre dos ejes, acompasada por las palpitaciones de una espiral cilíndrica. Esta extraordinaria innovación crea una nueva etapa dentro de la precisión relojera de los relojes mecánicos, lo que hoy se expresa en fracciones de segundo por día.
En 2013, 180 años de inventos al servicio de la Alta Relojería
Desde hace 180 años, década tras década, a medida que se integran nuevos conocimientos a La Grande Maison del Valle del Joux, las edificaciones continúan prolongando el taller original de Antoine LeCoultre, en el corazón del pueblo de Le Sentier, a tiro de piedra del lugar donde Pierre LeCoultre adquirió su primer terreno en 1559.
Los techos de la Manufactura se han multiplicado para formar un conjunto arquitectónico complejo que, más que un santuario de la Bella Relojería, constituye hoy en día un prodigioso espacio de creación.
Bajo los techos de La Grande Maison, cada día, 180 pericias relojeras y más de 20 tecnologías se inventan, conciben, fabrican, ensamblan, regulan, engastan, graban o esmaltan relojes únicos que hacen brillar y renuevan permanentemente la gran tradición relojera suiza.
1559 Llegada de Pierre LeCoultre al Valle del Joux
1612 Fundación del pueblo de Le Sentier por Pierre II LeCoultre
1730 Fundación de la forja de los LeCoultre
1833 Fundación de la Manufactura por Antoine LeCoultre
1844 Invención del Micrómetro
1847 Invención del remontoir de báscula
1851 Medalla de Oro en la Feria Universal de Londres
1858 Elie LeCoultre secunda a su padre Antoine
1866 Nuevo edificio: LeCoultre se convierte en la primera Manufactura del Valle del Joux
1870 Primeros calibres complicados
1874 Nuevo edificio
1880 Fundación de Jaeger en París
1888 Nuevo edificio
1890 La Manufactura fabrica 156 calibres
1890 Primeras Grandes Complicaciones
1900 Jacques-David LeCoultre dirige la producción
1903 Jacques-David LeCoultre conoce a Edmond Jaeger
1907 Calibre Jaeger-LeCoultre 145, el movimiento más plano del mundo
1912 Extensión de la Manufactura
1915 Aeronáutica y automóviles
1925 Invención del reloj Duoplan
1927 Nuevo edificio
1928 Invento del péndulo Atmos
1929 Calibre Jaeger-LeCoultre 101, el movimiento más pequeño del mundo
1930 Chronoflight
1931 Reloj de pulsera 8 días, doble barrilete
1931 Nacimiento del reloj Reverso
1932 Pendulette baguette
1933 Nuevo edificio
1937 Nacimiento oficial de la marca Jaeger-LeCoultre
1938 Cámara fotográfica en miniatura Compass
1946 Calibre Jaeger-LeCoultre 170 tourbillon
1946 Primer reloj automático Jaeger-LeCoultre
1950 Nacimiento del Memovox
1953 Futurematic
1953 Calibre Jaeger-LeCoultre 803, 1,64 mm de grosor
1956 Primer reloj de pulsera automático con despertador
1958 Cronómetro Geophysic
1959 Memovox Deep Sea. Primer reloj de buceo dotado de alarma
1965 Memovox Polaris
1967 Participación al Calibre Beta 21
1972 Nuevo edificio
1976 Calibre Jaeger-LeCoultre 900 automático, plano, de alta frecuencia
1982 Calibre Jaeger-LeCoultre 601 de cuarzo, el más plano del mundo
1983 Calibre Jaeger-LeCoultre 889
1987 Calibre Jaeger-LeCoultre 630 meca-cuarzo
1989 Grand Réveil
1990 Géographique
1991 Reverso 60ème
1992 Master Control 1000 Hours
1994 Reverso Duoface
1997 Reverso Duetto
1997 Nuevo edificio
1999 Atmos du Millénaire
2000 Jaeger-LeCoultre entra al grupo Richemont
2002 Master Compressor Memovox
2003 Reverso Platinum Number Two
2003 Atmos Mystérieuse
2004 Gyrotourbillon I
2005 Master Minute Repeater Antoine LeCoultre
2006 Reverso grande complication à triptyque
2007 Duomètre 2007 Master Compressor Extreme Lab
2007 Apertura de la Galería del Patrimonio
2008 4 series limitadas de oro rosa marcan los 175 años de la Manufactura
2008 Reverso Gyrotourbillon 2
2008 Nuevo edificio de 9.000 m2
2009 Duomètre à Grande Sonnerie
2012 Master Grande Tradition Grande Complication
2011 Reverso Rététition Minutes à Rideau
2012 Duomètre Sphérotourbillon
2013 Jaeger-LeCoultre celebra sus 180 años
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