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Conmemoramos un momento histórico para la firma con un cronógrafo de inspiración clásica

Speedmaster First Omega in Space_Sedna gold_2

En 1962, el astronauta Walter “Wally” Schirra hizo historia para OMEGA, cuando llevó puesto su propio Speedmaster durante la misión “Sigma 7” del programa Mercury. Volando por un claro cielo azul, el 3 de octubre marcó el inicio de una larga historia de exploración espacial para el ahora icónico Speedmaster Chronograph de OMEGA. De hecho, casi dos años y medio más tarde, el reloj se convertiría en el oficial para todas las misiones tripuladas.

Hoy, el Speedmaster “First OMEGA in Space” recupera el aspecto clásico, inspirado en el momento pionero de Schirra. La caja, actualizada en oro SednaTM de 18 qt, se basa en el Speedmaster pre profesional original, con asas simétricas y el medallón del hipocampo de 1962 grabado en el fondo de caja.

Speedmaster First Omega in Space_Sedna gold En el anverso, el reloj luce un exclusivo aro de bisel en cerámica marrón pulida y una escala de taquímetro en nitrito de cromo mate. Este lujoso color marrón está también en las subesferas de PVD y en la escala de minutos, que rodea una esfera central en tono plata opalina. Junto con los índices en aplique, las agujas son todas de oro SednaTM de 18 qt y alternan los estilos “alpha” y “baton”.

Como detalle único, el fondo de caja luce unos grabados especiales: “THE FIRST OMEGA IN SPACE”, “OCTOBER 3, 1962” y “NUMBERED EDITION No.” Además, este reloj lleva una pulsera de piel marrón con pespunte beis e incorpora el calibre OMEGA 1861, el mismo movimiento del famoso “Moonwatch”.

Resulta extraordinario pensar que, en una época en la cual por primera vez la humanidad sobrepasó los límites de nuestra Tierra, OMEGA formara parte de aquel viaje. Por tal razón, este Speedmaster nada común se ha diseñado para ser especial de pleno derecho. Quienes lo luzcan en su muñeca no solo recordarán aquel hito transcendental de la firma, sino además el bello diseño del Speedmaster, que sigue superando desde entonces la prueba del paso de tiempo.

Jaime Civantos Capella