Un puente al pasado, una mirada al futuro
En 1867, Girard-Perregaux presentó el “Tourbillon con tres puentes dorados”, lo que supuso el nacimiento de un icono. Inusualmente, los puentes, tres partes funcionales normalmente ocultas a la vista, se convirtieron en un elemento estético. Al tomar esta decisión, la Manufactura Girard-Perregaux se hizo conocida por hacer visible lo invisible, enfoque se ha empleado en varios modelos posteriores de la marca. Con la llegada del nuevo Tourbillon with Three Flying Bridges, la Maison perpetúa esta filosofía de diseño, pero con algunos giros fascinantes en el camino.
Este año marca el 230 aniversario de Girard-Perregaux. Como parte de sus celebraciones, la Manufactura está revisando sus modelos icónicos y lanzando una serie de nuevas creaciones, a menudo impregnadas de una dosis de modernidad. El Tourbillon con tres puentes volantes está dotado de tres puentes Neo de oro rosa, siendo la primera vez que los tres puentes Neo se fabrican con este noble metal. Curiosamente, después del lanzamiento del Free Bridge en 2020, el lanzamiento del nuevo Tourbillon with Three Flying Bridges será la última subfamilia en unirse a la colección Bridges de Girard-Perregaux.
Los tres puentes no sólo soportan el tren de engranajes, el barrilete y el tourbillon, sino que también actúan como placa principal. El resultado es que los puentes parecen flotar en el aire, aparentemente intactos por la gravedad. Esta inusual construcción requirió que la Maison colocara los índices en el borde, que a su vez está unido a la caja.
Girard-Perregaux Tourbillon con tres puentes volantes, una obra de arte de asombrosos acabados
Las superficies superior e inferior de los puentes de oro rosa están acabadas con un revestimiento de PVD negro, siendo la antítesis misma de lo evidente. Sólo los flancos, delgados y verticales, de cada puente están expuestos, lo que nos da la pista sobre su noble composición. De hecho, los puentes pueden describirse como “lujo súper discreto” donde sólo los entendidos son conscientes de su preciosa naturaleza. Cada puente está minuciosamente biselado a mano utilizando un pequeño trozo de madera de boj, una técnica empleada durante cientos de años. Lograr un acabado perfecto necesita de un día completo de pura artesanía. Si bien el Tourbillon con tres puentes volantes parece contemporáneo, mantiene todavía muchas de las técnicas tradicionales sinónimo de Alta Relojería.
“Queríamos crear un reloj que sirviera de puente a nuestro pasado pero que también demostrara nuestra visión del futuro”, comenta Patrick Pruniaux, director ejecutivo de Girard-Perregaux. “Se basa en el talento de nuestros artesanos y relojeros, combinando métodos tradicionales con técnicas innovadoras. El Tourbillon con tres puentes volantes adopta una arquitectura tridimensional, lo que permite al usuario ver muchas partes normalmente escondidas. Desde sus inicios, Girard-Perregaux ha hizo visible lo invisible, algo que espero que continúe haciendo durante los próximos 230 años. Sin embargo, donde nuestro equipo ha optado por agregar un ligero giro es haciendo los puentes de oro y luego cubriéndolos con PVD negro, excepto por sus flancos. Parece maravillosamente indulgente, un rasgo sinónimo de lujo, algo que seguirá siendo un secreto para la mayoría de la gente, excepto para los que lo saben”.
Una característica notable de este reloj es que juega con formas tridimensionales, colocando varios elementos de la esfera a diferentes alturas, una característica que tiene en común con algunas de las mejores estructuras arquitectónicas del mundo. A pesar de su complejidad, la esfera permanece limpia, ordenada y fácil de leer, con el barrilete, el tren de engranajes y el tourbillon dispuestos a lo largo de un eje norte-sur. El barril se coloca en la parte superior de la esfera y se asienta sobre un micro-rotor de oro blanco, aprovechando la energía del movimiento de la muñeca del afortunado que lo lleva. Los lados verticales del rotor están grabados con el nombre del modelo del reloj, un detalle sutil que demuestra a la perfección la obsesión de la Manufactura por lo minucioso.
Tourbillon ultraligero y novedosos cristales de zafiro
El tourbillon va colocado en la base de la esfera. Su jaula tiene forma de lira, un diseño histórico que se remonta al siglo XIX, aunque en este caso está hecha de titanio de grado 5, un material ultramoderno. Una manecilla azulada en la jaula gira 360° cada minuto, a modo de segundero pequeño. La jaula del tourbillon consta de 79 componentes y pesa sólo 0,25 gramos. Esta masa notablemente baja mitiga el consumo de energía, contribuyendo así a la impresionante reserva de marcha del movimiento, de un mínimo de 60 horas.
El cristal de zafiro, cubriendo la esfera, se inclina suavemente curvándose hacia abajo hasta el borde exterior del centro de la caja, por lo que el modelo evita tener un bisel convencional. Para lograr esta llamativa estética se necesita entre cuatro y cinco veces más material que con un cristal de zafiro normal. También se necesita mucha experiencia para pulir el cristal hasta lograr un acabado impecable. Sorprendentemente, después de haber invertido mucho esfuerzo en la fabricación de este cristal de zafiro superior, el artesano que ha dedicado todo ese tiempo tiene que repetir el proceso y hacer un cristal similar para cubrir la parte inferior del reloj. Equipando el Tourbillon with Three Flying Bridges con cristales de zafiro en forma de caja superior e inferior, la Manufactura ha dotado al modelo de un armonioso grado de simetría.
El Tourbillon con tres puentes volantes, ref. 99296-52-001-BA64 está disponible en todo el mundo en todos los minoristas autorizados de Girard Perregaux al nada desdeñable precio de 157.000 euros.
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